5 beneficios de aprender una nueva lengua y su efecto en los niños

Hoy en día el mundo parece un lugar mucho más pequeño y accesible que hace unos años. Uno de los principales motivos que contribuyen a esto es el hecho de que cada vez son más los jóvenes que deciden estudiar, trabajar o viajar por placer al extranjero. Las escuelas, los institutos, los profesores y los padres se han puesto por bandera concienciar a jóvenes y niños por igual acerca de la importancia de abrir la mente, aceptar y respetar otras culturas, algo muy enriquecedor para la vida adulta.

No cabe duda de que conocer idiomas es una gran ventaja, pero lo cierto es que en España, el dominio de lenguas extranjeras no destaca por ser una gran destreza. La inmensa mayoría de los españoles estudió una lengua extranjera en el instituto e incluso en la universidad, pero lo más común es que pasados unos años no recuerden más que un puñado de palabras sueltas e inconexas, lo que no resulta de mucha ayuda a la hora de comunicarse con los demás. Sin embargo, los niños que crecen aprendiendo un idioma desde una edad temprana, como son los 3 años, se benefician tremendamente de esta exposición a una lengua diferente.

Mejor dominio lingüístico

¿Alguna vez habéis escuchado eso de que los niños son como esponjas? Esta afirmación no podría ser más certera en lo que respecta al aprendizaje de una nueva lengua extranjera. Los cerebros de los niños están diseñados para aceptar, aprender e interiorizar idiomas, de forma que la fluidez llega de forma rápida, sencilla y natural.

La habilidad de escuchar y reproducir nuevos sonidos es algo que se va perdiendo entre los 8 y los 12 años, lo que hace que los 3 años sean una edad ideal para empezar a tener contacto con otra lengua, ya que, aunque siempre es posible aprender un idioma, lo cierto es que se trata de un proceso que se hace más difícil con el paso de los años.

Beneficios cognitivos

Los estudios realizados en este ámbito demuestran que el proceso de aprendizaje de un idioma es más cognitivo que lingüístico y, por lo tanto, trae consigo una serie de beneficios que en un primer momento podrían pasar desapercibidos:

  • El concepto de «permanencia del objeto» se desarrolla a una edad más temprana
  • Mejora las habilidades de resolución de problemas
  • Impulsa el pensamiento crítico
  • Aumenta la creatividad
  • Mejora la flexibilidad de la mente
  • Potencia la memoria

Además, los expertos aseguran que las personas bilingües son más efectivas a la hora de realizar varias actividades al mismo tiempo o tareas que exijan más capacidad de atención o concentración que las personas monolingües. Los estudios realizados revelan que el cerebro de una persona bilingüe presenta más materia gris en las regiones cerebrales involucradas en la función ejecutiva, ya que el esfuerzo constante de elegir el idioma adecuado en el momento justo proporciona una especia de «gimnasia cerebral». Estos beneficios se hacen notar muy pronto, y los nuevos estudios en este ámbito demuestran que los bebés menores de un año expuestos a múltiples idiomas evidencian diferentes patrones cognitivos cerebrales a los encontrados en cerebros monolingües.

Por no mencionar que muchos expertos aseguran que las personas que hablan una segunda lengua son capaces de retrasar la aparición de alzheimer u otros tipos de demencia hasta casi cinco años. Se cree que al mejorar la función ejecutiva del cerebro, las personas bilingües tienen una «reserva cognitiva» que les ayuda a retrasar los síntomas de demencia.

Mejores resultados académicos

Debido a todos los beneficios que aporta el aprendizaje de una lengua que revisamos en el apartado anterior, los niños que tienen contacto con un idioma extranjero desde una edad temprana demuestran tener mayor flexibilidad mental y mejores habilidades matemáticas y lingüísticas. Es un mito muy extendido pero sin ningún tipo de base científica que el hecho de que un niño aprenda otro idioma le dificulta su capacidad de expresarse en su lengua materna. Realmente sucede todo lo contrario, los niños bilingües comprenden mejor los entresijos de su propio idioma y tienen un mayor dominio de la lengua.

A fin de cuentas, el cerebro es un músculo y, como cualquier músculo, funciona mejor con ejercicio. Aprender una lengua conlleva memorizar reglas y vocabulario que ayuda a reforzarlo.

Enriquecimiento cultural

Aprender un nuevo idioma abre puertas que de otro modo permanecerían cerradas para siempre. Las personas bilingües tienen acceso a recursos, personas, lugares y cosas que se encuentran vetadas al resto del mundo. Un idioma no solo es un activo a la hora de buscar un trabajo o establecer relaciones con personas de todo el mundo, sino que crea una mayor comprensión y una apreciación mucho más profunda de lo que es la humanidad en conjunto y la cultura, lo que contribuye a enriquecer la vida y las experiencias personales de esa persona en el mundo.

La cultura y la lengua están tan conectadas que aprender un nuevo idioma amplía la comprensión cultural y proporciona una nueva perspectiva que nos ayuda a entender la forma en la que las diferentes sociedades perciben el mundo. El relativismo lingüístico defiende que la forma de ver el mundo está influenciada por la lengua que hablamos y los estudios realizados sobre el tema demuestran que una persona puede tener respuestas diferentes para una misma pregunta en función de la lengua en la que se formule.

Adultos más tolerantes y empáticos

Al conocer y comprender una nueva cultura y las costumbres de otra sociedad, las personas se vuelven más tolerantes y respetuosas hacia lo diferente. Comprenden de forma mucho más natural la manera de actuar y los hábitos de otros países o sociedades y son capaces de evaluar diferentes actitudes o comportamientos de forma más objetiva.

Además, los niños bilingües han demostrado en diversos estudios tener más capacidad para empatizar con los demás debido al entorno multicultural en el que se encuentran que les lleva a comprender mejor la naturaleza o la personalidad de la persona con la que hablan.


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